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La persecución de los asesinos de Berta Cáceres

La persecución de los asesinos de Berta Cáceres


Félix Molina, un periodista de radio en Honduras, se había encontrado con su vieja amiga, la activista ambiental Berta Cáceres, en un aeropuerto en febrero de 2016. Berta parecía nerviosa, como si algo malo le fuera a pasar, y pronto.

“Nunca, como en esa conversación, ella había estado más persuadida de su asesinato”, recuerda. “Ella tenía certeza: ‘Me van a matar, Félix. Me van a matar”. Aproximadamente una semana después, Berta estaba muerta.

Félix comenzó a investigar a Desarrollos Energéticos, o DESA, la empresa hondureña detrás del proyecto de la represa Agua Zarca contra la cual Berta había pasado años luchando. Félix finalmente obtuvo una lista de los ejecutivos de la compañía y, en la mañana del 2 de mayo de 2016, la publicó en línea. Al final de ese día, la vida de Félix, y las de varios otros relacionados con la historia de Berta, darían giros aterradores.

Ese lunes fue festivo para la mayoría de la gente: el Día del Trabajo en Honduras. Pero nada en él fue tranquilo. La acción comenzó con 10 redadas separadas en hogares y oficinas en todo el país. Los investigadores rebuscaron en los armarios y debajo de las sábanas. Confiscaron teléfonos móviles, computadoras y tabletas. Y arrestaron a cuatro personas. Todos, según creía la policía, estaban involucrados en un plan de asesinato por dinero que resultó en la muerte de Berta.

Sergio Rodríguez era uno de ellos. Era el gerente de relaciones ambientales y comunitarias de la empresa que supervisa el proyecto Agua Zarca de DESA. También fueron arrestados el jefe de seguridad de DESA, un oficial militar y un joven que se cree es uno de los sicarios contratados. Durante las redadas, la policía dijo que encontraron el mismo tipo de pistola calibre .38 que se utilizó para asesinar a Berta.

Mientras tanto, Félix seguía las noticias de los arrestos y se dirigía a su estudio de radio. En el camino, mientras su taxi estaba detenido en un semáforo, dos personas se acercaron al automóvil. Una de ellas le apunta con un arma. El taxista pisó el acelerador y se alejó a toda velocidad. Una vez que Félix llegó al estudio, escribió sobre el incidente en una publicación en las redes sociales. “Ufff”, escribió, “¡el país que habitamos!”.

Félix se consideró afortunado de haber escapado de lo que inicialmente pensó fue un intento de robo a mano armada al azar. Pero al final de un día lleno de noticias de redadas y arrestos, Félix cambió de opinión. Ya no pensaba que alguien intentaba robarlo, creía que era un intento de venganza.

©2020 Bloomberg L.P.